top of page

¿Somos conscientes de lo que hacemos?

  • Foto del escritor: Marta Carbonell
    Marta Carbonell
  • 20 may
  • 2 Min. de lectura


¿Alguna vez has terminado de hacer algo y te has dado cuenta de que no sabías muy bien por qué lo habías hecho? ¿O has observado una acción de otra persona que te ha parecido incomprensible, incluso irresponsable, y te has preguntado si realmente era consciente de lo que hacía?


Estas preguntas nacen a menudo de una intuición profunda: no siempre estamos presentes en lo que hacemos. Vivimos en modo automático, repitiendo patrones aprendidos, reaccionando en lugar de responder, ocupando espacios sin escucharlos. Y cuando las acciones nacen de esa ausencia, el mundo se llena de pequeñas disonancias. Como ese objeto fuera de lugar, dejado en un espacio público como si no fuera de nadie. Como ese comentario lanzado sin pensar, que hiere sin intención.


La conciencia no es automática

Ser conscientes de lo que hacemos en todo momento puede parecer una meta imposible, pero es un camino que se puede entrenar. No se trata de una exigencia moral ni de una perfección inalcanzable, sino de un compromiso con la presencia.

Cuando actuamos desde la presencia, recuperamos el espacio interior que hay entre el estímulo y la respuesta. Y en ese espacio, como decía Viktor Frankl, está la libertad y el poder de elegir.


¿Cómo cultivar esta presencia?


  1. Detente y observa. Cada día nos ofrece momentos para mirar qué hacemos: cómo hablamos, cómo comemos, cómo caminamos, cómo reaccionamos. La observación sin juicio es el primer paso.


  2. Pregúntate desde dónde actúas. ¿Actúas por miedo, por inercia, por costumbre, para evitar el conflicto? ¿O actúas desde el respeto, el amor, la coherencia?


  3. Entrena la autoconciencia. La meditación, la escritura, el silencio, las preguntas sinceras... todo aquello que te invita a volver a casa, a tu centro.


  4. Desactiva el juicio. Cuando ves una acción ajena que te genera rechazo, recuerda que tal vez quien la hizo no era consciente. Eso no la justifica, pero abre la puerta a mirar con más compasión.

    Y también puedes aprovechar para preguntarte: ¿Qué despierta en mi ese rechazo? ¿Qué parte de mi se está activando? Estas preguntas pueden abrir valiosas puertas de autoconocimiento.


Somos responsables de lo que hacemos, incluso cuando no somos del todo conscientes. Pero cuando aceptamos esta realidad no como una culpa, sino como una oportunidad, podemos transformar la forma en que habitamos el mundo.

Volver a estar presentes en nuestras acciones es una forma de cuidar, de habitar con sentido, de poner conciencia donde antes había automatismos.


Nunca sabremos del todo qué intención hay tras los actos de los demás. Pero podemos comprometernos con nuestras propias acciones, haciendo de ellas una expresión más fiel de lo que realmente somos.


Y tal vez, si cada uno de nosotros hace ese ejercicio, poco a poco, el mundo también empiece a cambiar.


Si sientes que quieres profundizar en este camino de volver a habitar tus acciones y activar la conciencia en tu día a día, te ofrezco mi acompañamiento. Juntos podemos crear espacios de presencia, escucha y claridad, para reconectar contigo mismo/a y vivir de una forma más consciente y coherente.




Comments


bottom of page